Crónicas de ProgresoLa fuerza de las mujeres de Cusiana

La fuerza de las mujeres de Cusiana

Con el proyecto Cusiana Fase IV, además de aumentar la capacidad de gas natural transportada desde Casanare hasta el centro de Colombia, llevamos la gasificación a más de 700 viviendas rurales y le dijimos sí a la equidad de género y a mejorar la fuerza laboral de las mujeres de la región.
  • Cinco mujeres en trabajo de campo en Cusiana con pala en mano

    220 mujeres han hecho realidad este proyecto que aumenta la capacidad de gas natural transportado desde Casanare hasta el centro de Colombia.

“Las mujeres somos berracas, echadas pa’delante, y lo que nos propongamos lo podemos hacer. Trabajar en Cusiana nos hizo entender que no solo somos buenas para los trabajos de la casa”.

HEsta es la voz de Ruth Cricelia Reyes Gerena, una madre cabeza de familia con dos hijos, uno de 15 y otro de dos años. Ruth, que vive en la vereda Santa Lucía del municipio de Florián (Santander), se levanta muy temprano a ordeñar sus vacas y espera a su madre, que cuida a su hijo menor, para salir caminando hasta su trabajo en el proyecto Cusiana, donde lleva a cabo labores de pintura.

Para ella, este trabajo le da la posibilidad de mantener a su familia y ahorrar para pagar los estudios de sus hijos y verlos convertirse en profesionales.

Como Ruth, otras 220 mujeres han hecho realidad este proyecto que aumenta la capacidad de gas natural transportado desde Casanare hasta el centro del país, pasando por los municipios de Florián, Jesús María y Miraflores, y atravesando 146 predios entre Santander y Boyacá.

“Nos sorprendimos al ver la cantidad de mujeres que, por iniciativa propia y sin planearlo, se postularon a los diferentes cargos del proyecto en el Servicio Público de Empleo, incluso para el cargo de obreras”, afirma la ingeniera Cindy Correa, líder del proyecto Cusiana Fase IV, ejecutado por TGI.

Algunos líderes comunitarios expresaron la importancia de ofrecerles oportunidades laborales a estas mujeres, quienes en su mayoría son madres cabeza de familia y les cuesta conseguir un empleo formal, pues casi todas las opciones que ofrece el mercado laboral en la región son para los hombres.

“En TGI decidimos apostarle a la equidad de género brindando la oportunidad a la fuerza laboral femenina, tanto en mano de obra calificada como no calificada”, cuenta Cindy. “El trabajo implicaba mucha fuerza física, pues utilizamos 40 kilómetros de tubería de 30 pulgadas, es decir, 400 toneladas de acero, y se movilizaron más de 3.600 tubos de tres toneladas cada uno. Y las mujeres de la región nos demostraron que no solo tenían la fuerza, sino la voluntad para hacerlo”, agrega la ingeniera.

Además, las condiciones topográficas son difíciles: altas pendientes, zonas inestables, líneas cercanas en servicio con gas o hidrocarburo a altas presiones y la lluvia por el fenómeno de La Niña. Esto dificultó los procesos y afectó el rendimiento, pero ellas demostraron de qué están hechas.

En el proyecto, las mujeres tuvieron cargos como vigías para la seguridad industrial y ambiental, ingenieras, coordinadoras sociales, topógrafas, inspectoras, ayudantes técnicas civiles y ambientales, y obreras que hicieron trabajos de fuerza como excavación manual, mampostería, aprovechamiento forestal, construcción de cruces de tubería, de vías y demolición.

A sus 50 años, Marisol Peña Sanabria, de la vereda Agua Fría del municipio de Jesús María (Santander), desempeña funciones de oficios varios. No tiene una casa propia ni familiares cerca. Por eso, su equipo de trabajo es su hogar, pues se preocupan por su bienestar, porque tenga todo lo necesario y por ayudarle en lo que necesite, así ella no lo pida.

“Me siento orgullosa al responder a una parte de la deuda histórica que se tiene con las mujeres y su proyección laboral. En TGI trabajamos en romper los paradigmas, y las mujeres de Cusiana nos demostraron que se puede”. Cindy Correa, líder del proyecto Cusiana Fase IV

“Por eso, además de realizar mis funciones de desinfección de las camionetas y del personal, ayudo en lo que me necesiten: desde recoger varillas hasta servir tintos. Esta es la mejor manera de mostrarle a TGI lo agradecida que estoy por darme la oportunidad de trabajar”, dice Marisol.

Y hay otras mujeres fuertes, como la líder comunitaria Mary Luz Vargas, quien vive en la vereda Arrayán, municipio de Miraflores (Boyacá). Ella comenzó a estudiar Enfermería y tecnología en Regencia de Farmacia con Énfasis en Seguridad y Salud en el Trabajo, pero solo alcanzó a llegar hasta octavo semestre en su carrera. Y sin haber terminado sus estudios, en Cusiana encontró una oportunidad trabajando por la seguridad y la salud de los empleados.

“Estos son proyectos que no solo generan empleo, sino que les llevan bienestar a las diferentes comunidades”, explica Mary Luz, ya que es común que haya paradigmas como el daño de los suelos, la deforestación, la contaminación de los ríos, así como la imposición, el atropello y la opresión sobre los territorios.

Pero con el apoyo de ella y de los demás líderes comunitarios, fue posible un diálogo entre los alcaldes y los diferentes actores implicados en Cusiana Fase IV para asegurar que todos tuvieran las mismas oportunidades de empleo, que se siguieran todos los protocolos ambientales y de bioseguridad, y para darles la tranquilidad a las comunidades de que este proyecto está generando desarrollo sostenible en la región.

Ahora muchas de estas mujeres están montando sus emprendimientos de agricultura o ganadería, están ahorrando para el estudio de sus hijos, llevando el sustento básico a sus hogares y, a futuro, están pensando en asociarse buscando mejorar las condiciones laborales de las mujeres y dignificar su papel dentro de la sociedad.